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Cómo reducir la queratosis pilaris

¿Tienes pequeñitos granitos rojizos del mismo tono que tu piel en los brazos, los muslos, los glúteos o la cara? Se llama queratosis pilaris. La aparición de pápulas, que puede darse a cualquier edad, no suele tener ninguna consecuencia. No obstante, puede considerarse antiestético. En raras ocasiones, la queratosis pilaris puede derivar en picores (prurito) o una infección. Entonces, ¿qué puedes hacer para reducirla y volver a tener la piel suave?

¿Qué es la queratosis pilaris?

La queratosis pilares, coloquialmente llamada piel de gallina o de fresa, se debe a una sobreproducción de queratina. Normalmente, la queratina contribuye a preservar la estructura de la piel. Pero si se produce una acumulación de esta proteína, se obstruyen los poros y los folículos en los que crece el pelo.

No se sabe aún el motivo de esta acumulación, aunque sí que los factores genéticos influyen mucho. La queratosis pilaris es más habitual en pieles secas y atópicas, en las mujeres y en invierno cuando las temperaturas son más bajas.

Rutinas de exfoliación

Para suavizar la queratosis pilares es crucial adoptar una rutina de cuidado de la piel cuyo primer paso sea el uso de productos exfoliantes.

Tras retirar el maquillaje y las posibles impurezas con un limpiador suave, deberías eliminar las células muertas de la piel una o dos veces por semana. Esto activará la renovación celular y evitará que se obstruyan los poros. Pero ten cuidado con cuál eliges. Algunos exfoliantes pueden ser demasiado agresivos para la piel. 

Hay varios tipos de exfoliantes: mecánicos, químicos y enzimáticos.
Exfoliantes mecánicos: que también puedes prepararlos en casa, por ejemplo, con flor de sal, posos de café, harina de almendra o copos de avena mezclados con el aceite vegetal que prefieras.
Exfoliantes químicos: suelen estar hechos con productos ácidos como el ácido glicólico, el ácido láctico o el ácido salicílico, procedentes de plantas o producidos de forma sintética. Este tipo de exfoliante es una buena opción para la piel ya que son menos agresivos.
Exfoliantes enzimáticos: contienen ácidos frutales. Resultan útiles para reducir la queratosis ya que acaban con la piel muerta de la superficie de la epidermis. También es el método de exfoliación más suave.

Productos hidratantes y emolientes

Si tienes queratosis pilaris, tu piel necesita estar hidratada y mantener el agua. Si está demasiado seca, la humedad se evaporará. La humedad es necesaria para que la piel esté suave y flexible, además de protegerla frente a agentes irritantes y factores externos. Por tanto, hay que utilizar a diario una solución hidratante y un emoliente para mantener el agua. Verás que los granitos de la queratosis pilaris se reducen.

Hay dos tipos de emolientes:
Emolientes hidrofílicos, con una textura fluida y una base acuosa (alcoholes, glicerina, etc.) que la piel absorbe más rápido.
Emolientes lipofílicos, más grasos y compuestos por aceites, mantecas, etc. Su efecto resulta más duradero.

En el mercado tienes una amplia gama de productos que incluyen lociones, cremas, esprays, pomadas y jabones. 

Además del uso de emolientes, también recomendamos beber suficiente agua durante el día y utilizar un humidificador en casa si el ambiente es seco.

 

Queratolíticos

Por último, los queratolíticos resultan muy útiles para eliminar la piel muerta que se acumula en la superficie de la epidermis y bloquea los poros y los folículos pilosos. Solemos encontrarnos estos queratolíticos en las soluciones mencionadas antes: cremas, lociones y geles.

Los más conocidos son el ácido salicílico y la urea. El primero, que se extraía en un principio del sauce y se encuentra en muchas plantas, sobre todo frutas y verduras, disuelve los residuos de la piel. La urea también ayuda a reducir la acumulación de piel muerta y tiene propiedades hidratantes y emolientes.

Según el tipo de queratosis pilaris que tengas, tu médico también podrá recomendarte otras sustancias como la vaselina o el ácido láctico.

Pero, ¡cuidado! Los niños no deben utilizar productos queratolíticos, ya que su piel es más frágil y pueden tener una sensación de quemazón. También debes tener cuidado alrededor de los ojos y las mucosas.

Si tu caso de queratosis pilaris es especialmente grave, habla con un profesional sanitario sobre si sería conveniente optar por un peeling o un tratamiento con láser.

Qué no se debe hacer

Es imprescindible respaldar todo esto que ya hemos comentado con algunos sencillos gestos diarios y evitar ciertos hábitos:
No te rasques aunque te pique. Puedes provocar que se inflame la piel y que surjan lesiones que acaben dejando marca. Por el mismo motivo, no intentes reventar los granitos que provocan la piel áspera.
No te eches ningún producto irritante ni te expongas a ellos. 
Evita los tejidos acrílicos, el poliéster y la lana. Lleva prendas que no sean ajustadas y de tejidos transpirables.
No te duches o bañes demasiado ni te pongas el agua muy caliente para evitar la deshidratación de la piel. La temperatura ideal está entre los 30 y 38 ºC. La frecuencia ideal es de una ducha al día.
No te automediques. Si tienes alguna duda, habla con tu médico. No te tomes ningún producto oral ni te apliques nada externo sin informar a tu médico.

Con estos consejos, poco a poco aprenderás a manejar tu queratosis pilaris. Aunque no puedas erradicarla, sí que podrás reducir sus efectos. Además, ¡tu piel en general estará más suave y radiante! ¡Depende de ti!

Exfoliación y piel seca: cómo conseguir una piel suave e hidratada

Cada tipo de piel necesita seguir su propia rutina de cuidado y unos buenos hábitos. Tanto la piel normal como la grasa y la seca precisan una atención especial para mantenerlas en buen estado. En el caso de la piel seca, por ejemplo, que se debe a la falta de agua o de lípidos, hay que restaurar la película hidrolipídica y protegerla de agentes agresores externos.

La exfoliación es un paso crucial en la rutina para pieles secas. A priori puedes pensar que empeorará la sequedad de la piel y aumentará la irritación, pero en realidad es todo lo contrario: si utilizamos los cosméticos adecuados y seguimos unos buenos hábitos, con la exfoliación podrás mejorar aún más tu rutina diaria para piel seca.

La importancia de la exfoliación para la piel

El proceso de exfoliación no es más que la eliminación de las células muertas que tienden a acumularse en la superficie de la piel. Estas provocan una piel apagada y pueden obstruir los poros. También puede derivar en un brote de acné o espinillas.

Con la exfoliación, podrás conseguir una piel más limpia y sin rastro de imperfecciones. El resultado es una piel que se mantiene saludable y radiante.

¿Por qué es buena la exfoliación para las pieles secas?

Las pieles secas tienden a sufrir incomodidad, tirantez y rojeces. Este tipo de piel requiere un tipo de cuidado especial para restablecer la barrera cutánea y protegerla de agentes agresores externos. Por ello, mucha gente piensa erróneamente que la exfoliación no es un paso de la rutina recomendable para las pieles secas.

Pero la piel seca suele venir acompañada de la proliferación de células muertas en la superficie de la piel, lo que provoca que los productos hidratantes lo tengan más difícil para penetrar en la piel e hidratarla en profundidad.

Por tanto, la exfoliación en pieles secas resulta beneficiosa por dos motivos al menos:
La eliminación de las células muertas garantiza la eficacia del tratamiento.
La exfoliación promueve la renovación celular y la suavidad de la piel.

¿Qué tipo de exfoliante debería elegir para una piel seca?

Hay que elegir el exfoliante con mucho cuidado para conseguir eliminar las impurezas a la par que se mantiene la barrera hidrolipídica.

Exfoliantes químicos

El primer tipo de exfoliante es el denominado exfoliante químico. Este actúa mediante la disolución de las células muertas de la piel.
 
Hay dos tipos de exfoliantes químicos:
Alfahidroxiácidos (AHA): el ácido glicólico y el ácido láctico se engloban dentro de esta categoría. Sus propiedades hidratantes los hacen perfectos para combatir la piel seca.
Betahidroxiácidos (BHA): los BHA, como el ácido salicílico, suelen ser más indicados para pieles grasas. Si se utilizan en pieles secas, la concentración debe ser menor.

Exfoliantes físicos

Esta segunda categoría de exfoliantes elimina la piel muerta retirándola físicamente. Los exfoliantes físicos incluyen los exfoliantes de azúcar, los cepillos limpiadores faciales y las toallitas exfoliantes. Para no dañar ni irritar la piel seca, recomendamos optar por un exfoliante físico suave.

Cómo elegir el adecuado

Todos los exfoliantes químicos ofrecen una exfoliación uniforme y menos abrasiva que sus homólogos físicos. Irritan menos y, por tanto, son más adecuados para la piel seca, incluso aunque sus efectos puedan parecer menos inmediatos que los de los exfoliantes físicos.

Buenos hábitos para exfoliar la piel seca

La piel seca es, en definitiva, un tipo de piel más sensible que necesita unos cuidados adecuados y delicados. La clave es restaurar la barrera cutánea al potenciar la hidratación y la presencia natural de los lípidos.

Los pasos clave en una rutina de cuidado de la piel

Hay cuatro pasos básicos para conseguir que una exfoliación funcione:
El primer paso de tu rutina debería ser limpiar la piel con productos suaves que no sean agresivos. Esto servirá de preparación para el resto de la rutina.
Después, aplica el exfoliante que quieras, ya sea de tipo físico o químico.
Si has optado por uno químico, tendrás que enjuagar la piel posteriormente. A continuación, seca la pie dando toquecitos con una toalla.
Por último, aplica un producto adecuado para hidratar la piel. Ten cuenta que este es el momento ideal para aplicar la hidratante, ya que penetrará con más profundidad en la piel tras la exfoliación.

Errores que se deben evitar

Aunque el proceso de exfoliación puede ser beneficioso para las pieles tendentes a la sequedad, es importante evitar ciertos errores que podrían irritarla.

No te exfolies demasiado a menudo: para no dañar la piel seca, recomendamos no exfoliarse más de una o dos veces a la semana.
Utiliza productos adecuados: para no irritar la piel, elige productos que no sean demasiado abrasivos como los exfoliantes granulados.
Aplica un producto hidratante: la piel es más receptiva a los tratamientos tras la exfoliación. No olvides utilizar una hidratante.
Échate protector solar: tras la exfoliación, la piel es más sensible al sol, por lo que siempre debes echarte protector solar para defenderla de agentes agresores externos.

Unos cuantos consejos más para cuidar tu piel

Para no tener la piel seca y mantener su barrera protectora, puedes adoptar medidas tanto a nivel interno como externo.

Factores externos

Lo primero que tienes que hacer es proteger la barrera protectora de la piel. Aplica crema hidratante a diario para combatir la sensación de incomodidad en la piel. Esta crema hidratante debe incluir ingredientes específicos como ácido hialurónico o manteca de karité. Estos ingredientes activos, ricos e hidratantes son ideales para restablecer la barrera lipídica de la piel. Resulta crucial proteger la piel seca de las condiciones meteorológicas como el frío y los rayos ultravioleta.

Factores internos

Una de las principales causas de la piel seca es la falta de agua. Por este motivo, es recomendable beber entre 1 o 2 litros de agua al día para mantener un buen nivel de hidratación. Al mismo tiempo, también hay que adoptar un estilo de vida saludable cuya dieta incluya frutas, verduras y alimentos ricos en omega 3.

Unos cuantos consejos sencillos, como elegir productos que contengan ácido hialurónico y beber suficiente líquido, pueden ayudarte a tener una piel suave e hidratada.

La exfoliación, un paso clave en la hidratación de la piel seca

Como ya hemos visto, una rutina de cuidado de la piel que incluya el paso de la exfoliación resulta muy eficaz para mantener una buena hidratación. Al preparar la piel antes de aplicar el producto hidratante, la exfoliación es un paso sencillo pero crucial en la lucha contra la piel seca. Por supuesto, cada piel reacciona de forma distinta al proceso. Por ello, siempre debes hacer una prueba en la piel y no utilizar productos abrasivos. En función de cómo reaccione tu piel, puedes personalizar tu rutina diaria para aprovechar al máximo el efecto de tus cosméticos y mantener una piel bonita.

¿Qué es la piel atópica y cómo debemos cuidarla?

¿Piel muy seca? ¿Rojeces? ¿Picor intenso? Probablemente tengas dermatitis atópica, también conocida como eczema. Se trata de una afección inflamatoria y crónica de la piel que padecen sobre todo los niños (aproximadamente 1 de cada 10 según el INSERM el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia), y que puede continuar en la edad adulta. Además de lo antiestético que resultan los parches rojos y la irritación que provocan, también pueden infectarse. Esto a veces se convierte en un círculo vicioso del que resulta difícil escapar. ¿Cuál es el origen de esta enfermedad crónica y cuáles son las mejores formas de cuidar tu piel? Te lo explicamos todo en este artículo.

¿Qué significa tener piel atópica?

¿Cómo saber si tu piel es atópica? A continuación, vamos a describir los síntomas y causas de forma detallada para que reconozcas este tipo de enfermedad inflamatoria.
La atopía es una predisposición genética para el desarrollo de alergias. Estas alergias pueden manifestarse como asma, conjuntivitis o rinitis alérgica. En la piel, se denomina dermatitis atópica o eczema.

Esto se traduce en un déficit de las grasas de la superficie, en el estrato córneo, que deja de actuar como barrera protectora. La función de barrera de la piel queda dañada y se vuelve

permeable ante los alérgenos externos.

Cuando penetran en la piel, estos alérgenos sobreestimulan el sistema inmunitario y provocan inflamación. Si no le damos a nuestra piel unos buenos cuidados, puede provocarse un círculo vicioso: si la barrera cutánea está dañada, aumenta la sequedad e inflamación de la piel, lo que hace que pique y que queramos rascarnos y, cuando rascamos, los alérgenos pueden entrar y empeorar la inflamación y el picor.

Síntomas de piel atópica

El primer síntoma de la dermatitis atópica es la formación de parches rojos con distinta forma en la piel muy seca. En los niños, normalmente a partir de los tres meses, estas lesiones suelen situarse en la cara, la cabeza, el cuero cabelludo, el cuello y los párpados. En los adultos, son más habituales en los pliegues y surcos, como el cuello, el codo y las rodillas.

Tras la fase aguda, los parches se secan sobre todo cuando se rascan. Con el paso del tiempo, observarás que la piel se vuelve áspera y seca (xerosis), a veces granulosa y con protuberancias (queratosis pilaris), que las líneas de las palmas de las manos se marcan mucho y aparecen unas manchas blancas en aquellos puntos donde te has rascado.

Por norma general, tras la dermatitis atópica vienen el asma y la hipersensibilidad, como la rinitis alérgica (rinoconjuntivitis alérgica).
 
Además, estos parches vienen acompañados de prurito, unos picores muy difíciles de calmar normalmente. Esta sensación urgencia de necesitar rascarse empeora cuando el aire es seco, con el sudor, cuando se produce irritación por el roce de la ropa (sobre todo la lana) o también por el estrés.

Causas de la dermatitis atópica

El origen de la dermatitis atópica es muy diverso, incluido un componente genético importante, pero los factores ambientales también influyen mucho. Esta afección se caracteriza por una disfunción de la barrera cutánea que se traduce en una molesta inflamación. El sistema inmunitario reacciona de forma desmesurada ante las sustancias del exterior, a las que considera perjudiciales, cuando en realidad suelen ser benignas.

Por lo que si tus padres o abuelos sufrían o tenían que lidiar con los mismos síntomas que tú durante tu infancia, hay muchas posibilidades de que en tu caso tenga un componente hereditario.

Sin embargo, si tienes la más mínima duda sobre tu patología, habla con tu médico o con un dermatólogo que te podrá hacer un diagnóstico adecuado.

Acciones que puedes hacer a diario para combatir la dermatitis atópica

En primer lugar, es crucial identificar los desencadenantes de la dermatitis atópica para evitar los efectos dañinos de la enfermedad.

Te recomendados:

 

Reduce la duración y la frecuencia del aseo personal a una ducha de cinco minutos o un baño al día. Puedes ablandar el agua del baño.
Báñate con agua templada, entre 27 y 30 ºC, en vez de agua caliente para evitar la inflamación.
Sécate a toquecitos con la toalla en lugar de frotar.
Utiliza un humidificador en casa para que el ambiente no se seque demasiado.
No utilices un jabón tradicional, ya que es demasiado agresivo y puede dañar la frágil piel. En su lugar, opta por un producto de limpieza adaptado para la piel con tendencia atópica.
Evita la lana o los tejidos ásperos. Usa en su lugar algodón.
Cuidado con los ingredientes con mayor potencial alergénico (pida consejo a su dermatólogo) 
No te rasques para cortar el ciclo de inflamación/rascado/infección.
Lávate las manos a menudo para protegerte de los patógenos.
Lleva las uñas cortas.
Evita el estrés y aprende a gestionarlo (a través de la respiración, el yoga, la relajación, el ejercicio, una alimentación saludable, una buena higiene de sueño, etc.).

Si tienes una piel con tendencia atópica te recomendamos utilizar pomadas, cremas o bálsamos hidratantes específicos para la piel con tendencia atópica. Estos emolientes suavizan y calman la piel, además de reforzar su barrera y protegerla frente a ataques externos.
Las soluciones que incluyen ceramidas son especialmente efectivas. Pregúntale a tu médico a la hora de elegir qué productos utilizar.

Vivir con piel atópica

No existen milagros para la dermatitis atópica. Pero con paciencia y constancia, podrás reducir mucho sus síntomas. Si sigues nuestros consejos y cuentas con el apoyo adecuado de un profesional sanitario, tu calidad de vida mejorará considerablemente y volverás a tomar las riendas sobre el control de tu piel.

Cómo afecta el estrés a la salud de nuestra piel: entender y combatir la sequedad de la piel provocada por el estrés

Debido a su función de barrera, la piel es un órgano frágil que puede verse afectado por varios factores, como el estrés crónico o agudo. Entre otras cosas, el estrés aumenta el riesgo de sufrir sequedad y empeora las patologías dermatológicas relacionadas. En este artículo, vamos a explicar cómo el estrés puede desencadenar la sequedad y por qué es un factor agravante para las pieles secas.
También vamos a ver cómo podemos reducir sus efectos.

¿Qué es el estrés?

El estrés o estrés mental es una respuesta psicológica natural a un peligro físico o psicológico. Puede ser un ruido fuerte, una prueba, una competición, un accidente, presión en el trabajo... Este estrés resulta útil en algunas circunstancias: moviliza nuestra energía para que actuemos de inmediato. No debe confundirse con la ansiedad, que es la anticipación ante una futura amenaza, ni con la angustia, que es un sentimiento de malestar junto con una sensación física de opresión.

¿Cómo reacciona el cuerpo ante el estrés? Inicialmente, produce una conmoción que nubla la mente y reduce los niveles de glucosa en sangre, además del tono muscular. Después, el cuerpo segrega hormonas, incluidas la adrenalina y el cortisol para ayudar al cuerpo a recuperarse: aumentan el ritmo cardiaco y la temperatura corporal. Según el caso, esto puede producir taquicardia, tensión, cansancio, mareo o náuseas.

El estrés puede ser de tipo agudo, es decir, algo puntual, pero también puede convertirse en algo crónico si constantemente te expones a situaciones complicadas. Los niveles de cortisol se mantienen altos, lo que puede desgastar el organismo y acentuar los efectos perniciosos del estrés.
 

¿Cómo afecta el estrés al bien estar de nuestra piel?

El estrés psicológico, especialmente el estrés crónico, puede perjudicar también la piel. La producción de cortisol en situaciones inesperadas intensifica el estrés oxidativo. Este proceso se caracteriza por la generación de radicales libres, unas moléculas que el cuerpo produce de forma natural. Sin embargo, la presencia de demasiados radicales libres afecta a todo el cuerpo, incluida la piel, y puede traducirse en sequedad, falta de brillo, sensibilidad y granitos.

El estrés desestabiliza la barrera cutánea y debilita la película hidrolipídica, la cual deja de actuar como un escudo. También activa el sistema inmune y aumenta la producción de sebo. La consecuencia es que los agentes contaminantes, los rayos ultravioleta, los virus y las bacterias lo tienen más fácil para penetrar en la piel, y hasta puede provocar enfermedades inflamatorias. Además, la piel ya no retiene el agua correctamente y se deshidrata. El resultado es una sensación de tirantez y un envejecimiento más rápido.

Estos son los problemas más frecuentes relacionados con la piel seca.

Eczema

El eczema puede salir en momentos de estrés en aquellas pieles con tendencia atópica, ya que están genéticamente predispuestas a los trastornos, pero también en otros tipos de piel. Además, pese a que se dan principalmente en niños, también pueden afectar a los adultos. Se trata de unas erupciones rojas en forma de parche que provocan un intenso picor. Normalmente aparecen en los pliegues de los codos y rodillas, en la cara, en las manos y en el cuero cabelludo.

Acné

El estrés suele provocar un exceso de secreción de sebo por parte de las glándulas sebáceas que favorece la aparición de brotes. Estos pueden darse en forma de espinillas, pápulas, pústulas o incluso quistes, sobre todo en la cara, el pecho y la espalda. Algunos incluso pueden dejar marcas. El acné en la piel seca es un caso especial y es necesario recurrir a fármacos y tratamientos externos para regular el sebo sin secar aún más la piel. Es recomendable acudir a un dermatólogo para un tratamiento personalizado.

Psoriasis

Aunque no podemos decir que el estrés provoque psoriasis, este sí que puede tener un efecto agravante en aquellas personas predispuestas a sufrirla debido a la activación del sistema inmunológico. Los síntomas clínicos son lesiones que forman parches rojos con pequeñas escamas blancas de piel muerta. Estos parches vienen acompañados por el prurito, un picor que puede provocar una infección bacteriana y micosis. Las lesiones se dan principalmente en aquellas partes del cuerpo sometidas a la fricción o en el cuero cabelludo, las uñas, las membranas mucosas, etc.

Cómo combatir la piel seca debido al estrés

Hay varias formas para luchar contra la sequedad de la piel producida por el estrés:
1. Aprender a gestionar el estrés. Encontrar estrategias para limitar sus efectos, como la relajación, meditación, respiración o yoga.
2. Llevar una dieta saludable y equilibrada.
3. Mantenerse activo.
4. Evitar el alcohol y la cafeína.
5. Dormir suficiente en un horario regular.
6. Utilizar productos de limpieza y cuidado de la piel aptos para tu tipo de piel.
7. Consulta a tu médico si presentas alguna lesión o erupción que no sepas identificar. Acude también para determinar el origen exacto de algunos síntomas y encontrar el tratamiento que mejor se adapte a ti.
8. Cuídate la piel todos los días. La piel seca necesita especialmente que se le aplique una crema emoliente hidratante. También se debe nutrir con frecuencia para que su barrera protectora recupere su efectividad.

Como puedes ver, todos los tipos de pieles y especialmente, la piel seca, sufren con el estrés. El cuerpo y la mente están unidos y, si se produce una alteración o perturbación en uno, el otro se verá repercutido. Por tanto, es importante conocer qué tipo de piel es la tuya y cuáles son tus predisposiciones. También debes implementar técnicas para gestionar el estrés, además de cuidar la piel de tu cara y tu cuerpo. Por último, recuerda que no hay dos personas iguales y que el tratamiento que mejor se adapte a ti será uno personalizado. Acude a tu médico o a una clínica dermatológica en busca de asesoramiento.
 

Piel seca: entender cómo funciona, su diagnóstico y los cuidados que necesita

La piel seca, también conocida como xerosis en los casos de piel muy seca, se produce cuando la piel no retiene la cantidad necesaria de humedad, lo que la hace estar áspera, irritada y con picores. Desde un punto de visto fisiopatológico, el origen de la piel seca se debe al daño de la capa hidrolipídica de la barrera cutánea y del estrato córneo, ambos necesarios para retener el agua y mantener a raya los agentes agresores externos. Hay varios factores que contribuyen a la piel seca. Pueden ser de naturaleza interna (genéticos) o externa, como algunas condiciones medioambientales, productos de higiene inadecuados y determinados tratamientos farmacológicos o enfermedades dermatológicas.

¿Cuáles son los síntomas de la piel seca?

Los síntomas de la xerosis pueden diferir según la persona, pero hay determinados síntomas clínicos que se repiten en la piel seca, por ejemplo:
Piel áspera: la piel seca suele tener una textura áspera y al tacto puede resultar granulosa. Las células muertas de la piel se acumulan en la superficie de la piel, lo que le da una sensación escamosa.
Tirantez: la piel seca puede provocar una desagradable sensación de tirantez, especialmente después de limpiarla o cuando se expone a sequedad ambiental.
Picor: el picor es un síntoma habitual de la piel muy seca. La sequedad puede irritar la piel y provocar un intenso picor. Si la persona afectada se rasca demasiado, se daña la capa hidrolipídica de la barrera cutánea.
Rojeces: la piel seca tiende a las rojeces, sobre todo en zonas faciales más sensibles como las mejillas y alrededor de los ojos. Las rojeces se deben a la inflamación de la piel por la deshidratación.
Piel agrietada: en casos de xerosis intensa, pueden formarse grietas en la piel, sobre todo en las zonas donde la piel es más gruesa, como el estrato córneo de talones y codos.
Aumento de la sensibilidad de la piel: la piel seca puede ser más sensible ante los agentes irritantes, como productos químicos agresivos o los cambios meteorológicos. La piel frágil puede reaccionar exageradamente ante estos factores y provocar incomodidad.
Aspecto apagado: la piel seca tiene un aspecto apagado y le falta brillo. La piel pierde su luminosidad natural cuando está deshidratada y tiene un aspecto fatigado y apagado.

Cómo diagnosticar la piel seca

Para diagnosticar la xerosis de la piel, se recomienda acudir a un dermatólogo, el experto de la piel. Este podrá evaluar las características de tu piel, identificar posibles patologías y hacer un diagnóstico preciso.
Además de preguntarte por sus hábitos diarios de cuidado de la piel, puede que el dermatólogo utilice unas herramientas específicas para evaluar el estado de tu piel como instrumentos para evaluar el grado de hidratación de la misma.
 
Estos dispositivos pueden utilizarse para evaluar el grado de hidratación de las células cutáneas y ofrecer un diagnóstico exacto del grado de sequedad. Si es necesario, el dermatólogo también puede realizar algunas pruebas, como por ejemplo las pruebas de alergia en piel, si se sospecha que las alergias sean un factor que afecte a la piel seca.
En función del diagnóstico, el dermatólogo podrá diseñar un plan de tratamiento personalizado para el cuidado de la piel seca en tu caso. Este plan puede incluir recomendaciones específicas sobre productos, hábitos y cualquier tratamiento médico o tópico.

Cuidado de la piel seca: soluciones y consejos eficaces

Una correcta hidratación de la piel

A la hora de cuidar una piel seca, la hidratación es la clave. Elige productos hidratantes que sean aptos para tu tipo de piel, preferiblemente aquellos que contengan ingredientes como ácido hialurónico, glicerina o escualano. Aplica siempre crema hidratante después de la ducha o el baño cuando la piel esté aún ligeramente húmeda para ayudar a mantener la humedad. Resulta vital contar con una rutina diaria de cuidado de la piel para mantener la piel sana e hidratada.

Limpieza suave de la piel

Evita los limpiadores agresivos aunque tengas la piel grasa, ya que pueden dañar la película protectora de la piel y provocar que esté todavía más seca. En su lugar, opta por limpiadores y productos suaves que no provoquen irritación como los syndet (que viene de detergente sintético en inglés), los emolientes y los jabones suaves. Evita utilizar a diario productos limpiadores que contengan ingredientes activos más agresivos como el ácido salicílico. También evita las duchas o baños muy calientes ya que pueden agravar la deshidratación. Es mejor utilizar agua tibia y secar la piel a toquecitos con una toalla suave.

Protección frente a los agentes agresores externos

La piel seca es más vulnerable ante los agentes agresores externos. Utiliza una crema que actúe como barrera protectora para ayudar a mantener la humedad y proteger la piel. Elige un producto con ingredientes como la cera de abeja, la manteca de karité o el aceite de jojoba. También debes intentar evitar factores ambientales que resecan más la piel, como una exposición excesiva al sol y el viento seco y frío.

Dieta equilibrada y una buena hidratación

Mantener el cuerpo hidratado es igual de importante que hidratar la piel. Bebe suficiente agua durante el día para que tu piel se mantenga hidratada. Además, sigue una dieta equilibrada rica en frutas y verduras, ácidos grasos básicos y antioxidantes que ayudan al buen estado de la piel al prevenir su envejecimiento prematuro.

¿Qué cuidados adicionales necesita una piel seca?

Además de la rutina básica de cuidado de la piel, hay ciertos tratamientos complementarios que pueden mejorar la piel seca. Una exfoliación suave puede ayudar a eliminar las células muertas de la piel y fomentar la renovación celular. Para ello, apuesta por los exfoliantes suaves y evita los productos abrasivos. Además, el uso de mascarillas hidratantes y calmantes puede ayudarte a calmar la piel seca. Por ejemplo, busca mascarillas que contengan ingredientes como aloe vera o aceite de almendras dulces.

Glicerina vegetal, ceramidas o escualano: ¿qué va mejor para la piel seca?

Ha llegado la hora: ¡hasta luego, piel seca! Una vez que has determinado la causa de tu xerosis, puede que te preguntes qué productos debes utilizar en tu rutina habitual de cuidado de la piel... Tanto en los productos diseñados para el cuerpo como en los productos faciales nos solemos encontrar estos tres ingredientes: glicerina vegetal, ceramidas y escualano. ¿Pero cuáles son las diferencias entre estos tres ingredientes y qué le viene mejor a la piel seca?

Las particularidades de la piel seca

¿Tu piel está áspera, escamada, tirante y tienes molestias constantemente? Este tipo de piel es muy común y su origen se debe a varias causas: la genética, el clima, la edad, los agentes agresores externos (baños calientes o productos agresivos, por ejemplo) y muchas más. Se caracteriza por una falta de lípidos naturales y de humedad. También puede provocar picores, sarpullidos e inflamación. El fallo está en la capa hidrolipídica que está perdiendo la humedad que protege la piel.

Productos que no pueden faltar para una piel seca

Para combatir la piel seca son necesarios los productos adecuados, entre otros:
Protección frente a la deshidratación. El agua de la epidermis procede tanto del sudor como de la humedad ambiental. Sin embargo, si el ambiente es demasiado seco o el equilibrio de la piel no es el correcto, esta agua se evaporará demasiado rápido. En este caso, es crucial utilizar productos emolientes para evitar esta pérdida, ya que refuerzan la epidermis a la par que le permiten respirar.
Un relipidizante. La barrera de la epidermis también se compone de grasas que ayudan a ralentizar la evaporación del agua. Las soluciones relipidizantes ayudan a restablecer la capa lípida de la piel.

Podemos reforzar su efecto con acciones adicionales beneficiosas para la piel seca, como exfoliantes que eliminan las células muertas acumuladas en la superficie de la epidermis, cuidados calmantes que suavizan el picor por sequedad en la piel con tendencia atópica y cuidados que ayudan a reparar las grietas que provienen también de la sequedad.

¿La glicerina vegetal, las ceramidas y el escualano tienen estas propiedades? ¿Cómo podemos diferenciarlos y elegir entre ellos?

Glicerina vegetal

La glicerina vegetal se suele obtener a través de métodos de saponificación de aceites como el de oliva, coco, colza y palma. No debe confundirse con la glicerina de origen animal, procedente de la grasa de vacuno, ni con la glicerina sintética, procedente del petróleo. Sin embargo, no es obligatorio incluir en el etiquetado la información sobre el origen de la sustancia, por lo que deberás investigarlo según el fabricante o elegir marcas que lo especifiquen.
 
La glicerina vegetal retiene el agua en la piel: tiene propiedades hidratantes y emolientes. En menor medida, también tiene un efecto filmogénico y reparador, es decir, fortalece la capa lipídica y ayuda a que el tejido de la piel se regenere con más facilidad. Por tanto, ayuda a cubrir las necesidades básicas de la piel seca. También tiene propiedades suavizantes. 

Se trata de un ingrediente activo soluble en agua que se presenta en formato líquido incoloro, inodoro y viscoso. Se puede encontrar en una amplia gama de productos para cara y cuerpo, como cremas, lociones, mascarillas, desmaquillantes, bálsamos, exfoliantes, geles de baño y mucho más.

Ceramidas

Las ceramidas son ácidos grasos presentes de forma natural en la piel. Son la barrera protectora de la piel y actúan en sinergia junto con el colesterol y los ácidos grasos libres. Estos lípidos de la piel ralentizan la pérdida de agua y protegen la piel de agentes agresores externos.

En la etiqueta de los productos, verás que las ceramidas se presentan con varios nombres distintos. Esto se debe a que son distintas según dónde se encuentren en la piel y su función. En los productos epidérmicos por ejemplo, verás ceramidas como la AP, EOP, NG, NS, Fito esfingosina y esfingosina. También pueden incluir números. ¿Esto a qué se debe? Algunas son hidratantes mientras que otras fortalecen la barrera cutánea.

En la antigüedad, las primeras ceramidas utilizadas en cosméticos procedían de los animales mientras que ahora son principalmente sintéticas. También pueden extraerse de plantas como el trigo o el arroz.

Las ceramidas son líquidos solubles en agua. Esto significa que son solubles en un medio acuoso.

Escualano

Al igual que las ceramidas, el escualano es un derivado del escualeno, un componente natural del sebo.
Procede del escualeno, una molécula que también hallamos en plantas y animales. Pero este compuesto ha sido objeto de mucha más controversia debido a su procedencia: el hígado de tiburón. Además de la crueldad que supone el proceso de extracción de estos animales, se ha descubierto que se trata de una sustancia tóxica para la piel. Por suerte, ahora contamos sólo con escualano que es de origen vegetal. Comprueba su procedencia en tus productos.

Además de sus propiedades emolientes, tiene otros efectos igualmente beneficiosos para la piel seca.
El escualano no tapona los poros, por lo que resulta ideal para las pieles secas con tendencia al acné. Asimismo, su acción antioxidante también protege a las pieles maduras frente a los radicales libres y el estrés oxidativo.

¡Importante! Si estás intentando hacer tu propia composición, ten en cuenta que el escualano es liposoluble, es decir, es soluble en aceites.

La mejor opción es una combinación de los tres compuestos

Si combinas la glicerina vegetal, las ceramidas y el escualano, podrás despedirte de la piel seca. La primera es la mejor para hidratar la piel, mientras que las ceramidas fortalecen la barrera cutánea y el escualano actúa como emoliente y es no comedogénico.

Para disfrutar de todas estas ventajas, debes incluir estos tres componentes en un único producto si lo preparas tú o elegir una solución que combine los tres. Es más, la glicerina vegetal, las ceramidas y el escualano generalmente se toleran muy bien, por lo que son aptos para todas las edades, incluidos niños y también para embarazadas. Al igual que en el caso de la mayoría de los emolientes, deben usarse una vez al día en formato de crema, aceite o sérum inmediatamente después de haber secado la piel para retener mejor la humedad.

Pero estos compuestos no son los únicos con los que conseguirás una piel suave y flexible, también puedes probar la manteca de karité o de cacao, los ácidos grasos o los aceites (de jojoba o aguacate, por ejemplo). En cualquier caso, es fundamental que conozcas tu piel o que le preguntes a tu médico qué productos son más eficaces en tu caso y qué limpiadores e hidratantes te vienen mejor.